Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una
base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado
llamado Ralph.
Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph
se separó del visitante en tres ocasiones: primero
para ayudar a una anciana con su maleta; luego para
cargar a dos pequeños a fin de que pudieran ver a
Santa Claus, y después para orientar a una persona.
Cada vez regresaba con una sonrisa en el rostro.
"¿Dónde aprendió a comportarse así?", le preguntó el
profesor. "En la guerra", contestó Ralph.
Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allá su
misión había sido limpiar campos minados. Durante ese
tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras
otro, encontraban una muerte prematura.
"Me acostumbré a vivir paso a paso" -explicó. "Nunca
sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso
tenía que sacar el mayor provecho posible del momento
que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo
en el suelo.
Me parecía que cada paso era toda una vida".
Nadie puede saber lo que habrá de suceder mañana. Qué
triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la
emoción de vivir se perdería, nuestra vida sería como
una película que ya vimos.
Ninguna sorpresa, ninguna emoción. Pienso que lo que
se requiere es ver la vida como lo que es: una gran
aventura.
Al final, no importará quién ha acumulado más riqueza
ni quién ha llegado más lejos. Lo único que importará
es quién lo disfrutó más.
Ama más quien más ha servido, porque aprecia su vida y
la de los demás
Anabella Macario
viernes, diciembre 02, 2005
Amar la vida
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