A Dios se le ocurrió instalar una tienda en elprincipal centro comercial de la ciudad, en la cual, quien necesitara algo en la vida lo pudiera adquirir.
Era una tienda elegante, con personal celestial,atento a las necesidades de los clientes.
En ese lugarla gente podría comprar todo: ser amado, felicidad,alegría, riqueza material y todo lo que el hombrepudiera imaginar.
Llegó un cliente ambicioso y solicitó un pedido:¿Qué desea, señor?Felicidad y amor.¿Algo más?¿Se puede pedir aún más?
Todo lo que usted necesite.
Pues mire, necesito además paz espiritual,prosperidad, alegría y sabiduría para comprender a los demás.
¿Eso es todo?
Sorprendido el comprador agregó:
Si además todo lo que he pedido se lo pudieranentregar también a mis amigos, a todo el personal de mi empresa y de ser factible a micomunidad, a mi país y todo el mundo.
El vendedor cerró el pedido y le entregó al cliente sumercancía en un pequeño sobre.
El cliente escéptico, recibió el pequeño sobre y exclamó-:
¿Es todo lo que va a entregarme?
El vendedor le respondió:
Usted no ha entendido lafilosofía de nuestra tienda: aquí vendemos semillas y no frutos, a usted corresponde pagar elprecio de su pedido, deberá sembrarlas en tierrafértil, cuidarlas, podarlas y vigilar cuidadosamentesu crecimiento, y si usted tiene la paciencia, elcariño y la pasión que requieren estas semillas, daránel fruto que usted desea para toda la humanidad.
A usted corresponde vivir todos sus días, con laentrega y el amor que se requieren para construir unmundo mejor, para que la vida no sea un fugaz chispazoen la historia de la humanidad, sino una antorcha quebrille con esplendor en la hora actual, y seaentregada a las nuevas generaciones heredándoles unmundo superior con amor y sabiduría¡
Le deseo que obtenga el fruto que solicitó en latienda de Dios!
Anabella Macario
martes, enero 31, 2006
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