viernes, diciembre 02, 2005

Mira a Dios

 

Había una vez un muchacho que se esforzaba día a día
en sus estudios, en su trabajo y en cada acto de su
vida. 
Tenia problemas, como todos, pero seguía adelante. Sin
embargo, lo que mas le dolía era que parecía que nadie
se interesaba en él. No sentía el reconocimiento de
nadie.
Nadie le expresaba su parecer acerca de lo que hacía.
Ni siquiera una palabra de aliento o una palmada en el
hombro.
Así llegó a la conclusión de que él no servia para
nada, que no era bueno para nada.

Una noche, cuando llegó a su casa, triste por ese
sentimiento que rumiaba y escondía en su corazón,
decidió bajar los brazos, No seguir adelante. Se tiró
en la cama y cerró los ojos con toda la intención de
no volver a levantarse. Fue así que se quedó dormido.
 En sueños se le apareció un ángel que le preguntó
porque quería morirse, por qué abandonar la lucha por
la vida, por qué no confiar en sus propias fuerzas y
en Dios. A lo que el le respondió: "hay veces que vale
más una sola palabra de consuelo que todo lo que se
sienta. 
En todo este tiempo he cumplido con mi deber, he
tratado de resolver los problemas que se me
presentaron, y nunca nadie reconoció mi trabajo, o mi
colaboración. Nadie me ha dicho "gracias por ser mi
amigo", o un simple "te quiero".

El ángel quedó pensativo, entonces el muchacho
continuó: "¿Sabes lo que más me duele?... Que todavía
espero escuchar una palabra de afecto, o recibir una
mirada llena de amor".
Entonces el ángel lo abrazó y le dijo que no sufriera
más, que lo que tenia que hacer era saber a quien
mirar, con quien hablar y a quien escuchar.
Hasta ahora había estado muy preocupado por lo que
pensaban los demás, pero había uno que importaba. El
que siempre lo siguió en su camino. El que siempre le
dijo al oído que lo amaba pero que él no escuchó:
Jesús.
Cuando el muchacho despertó a la mañana siguiente,
tuvo una sensación de bienestar que hacía mucho no
experimentaba.
Se levantó pensando en todo lo que tenía que hacer y.
de pronto, se volvió a sentar en la cama y cerrando
los ojos agradeció a Dios la oportunidad de un nuevo
día.



No hay comentarios.: