martes, diciembre 20, 2005

"...Y traed el becerro gordo..."

"...Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse..." (Lucas 15:11-32)
La independencia es una cualidad muy apreciada. La enseñamos y la exigimos para nosotros mismos. Pero en la historia del Hijo Pródigo vemos un aspecto diferente de la independencia en alguien que toma el control de su vida y que huye del cuidado y la protección de su padre. El relato es una analogía de la caída que tenemos cuando pecamos, asi como también de la Gracia restauradora de Dios.

Pecar, es actuar independientemente de la voluntad de Dios.
Comienza con un deseo que está fuera de Su plan. Luego, una decisión de ponerlo en práctica. Cuando lo ponemos en práctica, nos encontramos como el hijo pródigo, en un país distante, que es cualquier parte que está fuera de la voluntad de Dios.

Permanecer allí lleva al engaño. Nos engañamos a nosotros mismos creyendo saber más que Dios e ignorando las consecuencias. Después viene la derrota. Por un tiempo todo parecerá estar bien, pero, como el hijo de la historia sin ninguna orientacion, descubriremos que nuestra conducta nos lleva a la derrota. Finalmente, llegaremos a la desesperación, donde nuestras opciones son pocas y nada agradables. Y allí fue donde terminó el hijo pródigo.

Pero la desesperación no es el fin del hijo pródigo, ni tampoco es el nuestro cuando pecamos. Jesús contó esta historia del amor perdonador de un padre terrenal porque deseaba señalarnos la Gracia restauradora de nuestro Padre celestial. Ponte a pensar en cuántos hijos prodigos habremos hoy?. Cuantos de nosotros sabiendo que hemos pecado no nos arrepentimos y volvemos a nuestro Padre. Te invito a que examines tu corazón ydeja que el perdon de nuestro Salvador traiga paz a tu alma.
Amén.

Que Dios te bendiga.
Flavio Macario

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