viernes, diciembre 02, 2005

"...que prediques la palabra..."

"...que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina..."
(2 Timoteo 4:1-4)

 
Encontramos que en la segunda carta a Timoteo, Pablo le encarga
la responsabilidad de predicar la Palabra, y de redargüir y reprender
con toda paciencia (2 Timoteo 4:2). Difícilmente una persona podría
tener un encargo más delicado que éste, porque son pocas las
personas que reaccionan bien cuando son amonestadas. Nuestra
reacción a la reprensión indica nuestra calidad de cristianismo. La
Biblia nos dice que el que rechaza la amonestación se menosprecia
a sí mismo, pero el que la ama adquirirá sabiduría y habitará entre
los sabios (Proverbios 15:31, 32).

Cada vez que somos reprendidos, estamos ante una encrucijada de
posibilidades para el bien o para el mal. Podemos aceptar la corrección
y crecer, o podemos rechazarla y comenzar la resbalosa pendiente
descrita en 2 Timoteo 4. Aquí Pablo explica la conducta de quienes
se sienten molestos por la reprensión. Dice que se apartarán de la
sana doctrina y se unirán a los que "halaguen" sus oídos. Buscarán
con afán una iglesia o unos maestros religiosos incapaces de ajustarse
a todo el consejo de Dios. Entonces "apartarán de la verdad el oído y
se volverán a las fábulas" (vers. 4).

Aquellos creyentes que han cambiado la verdad por las fábulas
posiblemente no recuerdan el momento en que lo hicieron, pero pudo
haber comenzado cuando rechazaron alguna enseñanza de la Biblia.

No podemos permitirnos "apartar el oído", aunque nuestros críticos
sean inmaduros, ignorantes o malos. Dios puede hablar por medio de
cualquiera, nos reprende y exhorata de diversas formas. No olvidemos
el asna de Balaam (Números 22).



 

Que Dios te bendiga.

Flavio Macario

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